Querido yo

Platicando con mi madrina el lunes, me hizo ver cómo, una vez más, me he dejado al último en mis prioridades y lo difícil que me resulta quererme y aceptarme de nuevo. Siempre suelo ser mi crítico más rudo, y en esta recuperación, sin duda, lo soy. Me hablo con dureza, me insulto, y muchas veces no es por otra razón más que porque he olvidado quererme.

Me recomendó que las cartas que solía escribir a una persona que hoy ha decidido no estar en mi vida, mejor me las dirija a mí misma. Que esas palabras de cariño, que iban al aire porque ya no llegaban a quien quería que le llegaran, mejor me las dedique a mí. Que vuelva a hablarme bien, que vuelva a quererme. Así que hoy intentaré hacerlo:

Ram, vas bien. Sé que no han sido los mejores años. Nos hemos perdido, nos abandonamos y subsistimos a base de máscaras y apariencias para no mirar nuestras heridas más profundas. Tuvimos que tocar fondo y perder a gente en el camino para realmente animarnos a cambiar. No ha sido nada fácil; te felicito por los avances que has hecho. Cambiar nuestra vida y vivir solo por las siguientes 24 horas nos ha salvado. Estábamos hundidos, perdidos y solos, a pesar de estar en compañía. Nos exiliamos en nuestro mundo y solo fuimos cavando un pozo que parecía no tener fin.

Hoy cumplimos poco más de dos meses y medio de haber renacido, de volver a tener ilusiones, de enfrentar nuestra realidad. Sé que ha sido duro ver a cuánta gente lastimamos en el camino, cuánta gente hemos perdido por no haber sabido reconocer que teníamos un problema y que debíamos sanar. Querido yo, no seas tan duro contigo mismo. Sé que nadie nos habla más fuerte que nosotros mismos, pero debemos empezar a hablarnos con amor. Hemos sido muy fuertes por seguir aquí, por volver a intentarlo aun teniendo todo en nuestra contra. Hoy tenemos miedos, pero los podemos reconocer, y hoy contamos con un programa que nos está ayudando a ser mejores personas, alguien más espiritual, con escucha activa y mejor comunicación. Hoy hemos aprendido que guardarse las cosas no nos deja nada bueno.

Confía en que poco a poco todo se irá acomodando para la vida con la que soñamos. Confía en soltar tu vida y dejarla en manos de Dios; Él tiene un plan para ti y debes dejar que actúe. No sigas jugando al egocéntrico que todo lo puede; ya vimos que no pudimos. No nos cansamos de darnos en la madre hasta que no pudimos más. Querido yo, no tengas miedo de enamorarte de nuevo. Te prometo que, con el trabajo que estás haciendo hoy en tu recuperación, el día que Dios decida enviarte una pareja, estarás mejor preparado que nunca antes en tu vida y podrás darle lo mejor de ti a esa persona.

No te dejes presionar por el tema del tiempo; la edad es solo un número. Estamos en nuestro propio tiempo para seguir escribiendo nuestra historia. Querido yo, es hora de que te perdones por los errores que cometiste; ya no los puedes cambiar, ya pasaron. Dios ya te perdonó, así que perdónate a ti mismo. Pero, querido yo, no te olvides de valorar a las personas cuando las tengas, no cuando se hayan ido. Es tiempo de aprender esa lección.

Querido yo, qué valiente eres al lidiar con tu mente todos los días. Nadie sabe lo difícil que es ser un ser hipersensible y ansioso, y todo lo que esto conlleva. Sé que tenemos días súper difíciles, donde los pensamientos intrusivos no dejan de aparecer. Nos hacemos mil y una historias en la cabeza sobre situaciones que pueden suceder y que, al final, no ocurren. No dejes de pedir serenidad a Dios y recuerda que tanto los mejores como los peores días tienen en común que ambos solo duran 24 horas.

Querido yo, te prometo que hoy todo tiene que venir para mejor. Por fin empezamos a ver la luz después de años en oscuridad. La vida solo puede ponerse más bonita. Prepárate, no desistas ni te confíes, para que cuando toque recibir las bendiciones que nos tienen preparadas, sepamos recibirlas con las manos abiertas, sin peso extra.

Te quiero con todo mi corazón

Ram